Era un secreto a voces que en Teocaltiche, territorio en conflicto por los cárteles de Sinaloa y CJNG, hombres y mujeres levantados por miembros del crimen organizado eran cremados en los hornos de las ladrilleras.
Jalisco, 9 de septiembre (Zeta).– Al descartarse que los restos humanos localizados en Los Altos Norte de Jalisco correspondan a los perfiles genéticos de los cinco jóvenes desaparecidos en Lagos de Moreno, la búsqueda de la autoridad le llevó a confirmar una hipótesis que data de hace por lo menos dos o más años: a muchas de las víctimas de desaparición las incineran en los hornos de ladrilleras de la región, práctica que iniciara el Cártel de Sinaloa en Teocaltiche y se extendió a los municipios más próximos por parte de sus rivales del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG).
La tarde del 21 de agosto, durante la ejecución de un cateo, personal de la Fiscalía de Jalisco llegó hasta una ladrillera ubicada en la privada El Sabino, al cruce con camino Real de Zacatecas, municipio de Lagos de Moreno. En el lugar fueron localizados fragmentos óseos e indicios derivados de las acciones implementadas para la localización de Roberto, Uriel, Diego, Dante y Jaime, los muchachos desaparecidos la noche del 11 de agosto cuando se reunieron para ir a las fiestas del pueblo.
Entre el aire contaminado por la combustión ejercida para que el horno funcionara, había algunos olores nauseabundos. Policías investigadores encontraron también cinco machetes, dos armas punzocortantes, una motosierra y un marro, entre otros indicios, además de los referidos múltiples segmentos óseos. Las autoridades ministeriales no revelaron cómo dieron con el terreno, ni tampoco la cantidad de restos que personal del área de Criminalística de Campo del Instituto Jalisciense de Ciencias Forenses (IJCF) colectó del sitio.
El hecho destapó los casos denunciados con anterioridad en Teocaltiche, municipio ubicado a poco más de 100 kilómetros de Lagos de Moreno, donde tiene su sede principal la facción del Cártel de Sinaloa que encabezan los hermanos Mario y Ramón González Martínez, y que se autodenomina Cártel de Teocaltiche, quienes según versiones de algunos trabajadores ladrilleros que han aportado datos a la Policía de Investigación, utilizan sus hornos para deshacer a las personas a las que previamente privan de su libertad de manera violenta.
Luego de que se descartara científicamente que los cuerpos carbonizados dentro de un automóvil y una bodega incendiada, localizados el 15 y 16 de agosto en Lagos, fuesen de los jóvenes buscados, existe la necesidad de practicar confrontas genéticas de los nuevos restos óseos localizados en la ladrillera de El Sabino con las muestras de familiares para corroborar o eliminar la posibilidad de que se trate de las víctimas, cuyo caso consternó al país por la violencia ejercida en su desaparición y las imágenes que mostraron en redes sociales que fueron obligadas a agredirse entre ellas.
En tanto no se da con el paradero de los chicos, en la región, ahora llena de policías de los diversos niveles de gobierno, continúan las balaceras, con algunas detenciones y el aseguramiento de armas de fuego, sin que las autoridades confirmen si los pistoleros están o no relacionados con la investigación principal. De entre siete detenidos que tirotearon a elementos de la Guardia Nacional en uno de los incidentes, tres son menores de edad, de 15, 16 y 17 años, quienes se encuentran a disposición de un juez del fuero común, ejerciendo funciones de competencia auxiliar del fuero federal, al no existir tribunales de ese ámbito para adolescentes.
LADRILLERAS DE LA MUERTE
Era un secreto a voces que en Teocaltiche, territorio en conflicto por los cárteles de Sinaloa y CJNG, hombres y mujeres levantados por miembros del crimen organizado eran cremados en los hornos de las ladrilleras. Lo sabían policías municipales, agentes de la Policía Investigadora y del Ministerio Público, tanto de la Fiscalía Regional como de la Fiscalía Especial para Personas Desaparecidas (FEPD). Lo mismo desaparece una persona simplemente por ir de paso, a trabajar o residir en el municipio, que es vía de tránsito obligada para cruzar por esa región hacia el convulso estado de Zacatecas, donde existe la misma pugna por ambas organizaciones delictivas.
Un agente policial, recientemente comisionado en otra región, después de conocer de cerca lo que ocurre en Los Altos Norte, recuerda que “cualquier persona que transite por Teocaltiche, ya sea por cualquier situación, incluso que viva ahí, puede llegar a ser víctima del delito de desaparición, porque es un lugar en conflicto. Es un foco rojo que se tiene que tomar en cuenta para las políticas públicas. Bueno, la verdad es que ha sido muy complejo. Es uno de los lugares más problemáticos hoy en día, justamente por esta disputa”, refirió.
Esa misma violencia impacta a los otros municipios de la región alteña: Encarnación de Díaz, Jalostotitlán, Lagos de Moreno, Ojuelos de Jalisco, San Diego de Alejandría, San Juan de los Lagos, Unión de San Antonio y Villa Hidalgo, focos rojos por donde es peligroso circular para los fuereños y las personas que viajan en grupo, principalmente varones. Situación que ha generado desplazamiento forzado de las personas que ya no pueden vivir en sus ranchos, crisis económica para algunos productores y comerciantes, así como inseguridad en sus carreteras.
En Teocaltiche, una de las principales fuentes de economía, la fabricación de ladrillo en hornos. En entrevistas con trabajadores de esas fuentes de empleo, al investigador anónimo le llegaron a decir: “En los hornos es donde se encargan de desaparecer a las personas, a las víctimas. Ahí los queman y por eso no los encuentran”. Policías municipales también lo saben, pero la sospecha de familiares de víctimas es que unos uniformados pueden estar coludidos con las mafias y otros pudiesen estar amenazados por esas células criminales.
La información es corroborada por Héctor Flores, quien preside el colectivo Luz de Esperanza Jalisco. Aseguró a Zeta que en ese municipio con alta presencia criminal y ahora en Lagos de Moreno “utilizan las ladrilleras para cremar los cuerpos de las personas desaparecidas. Y esto también lo sabe la autoridad desde hace dos años y tampoco ha hecho nada. Ni ha intervenido y complica mucho la investigación, porque al tener nosotros la información, tiene que haber una denuncia. Entonces, ponerle nombre, apellido y domicilio a esa denuncia, y el no garantizar ni la seguridad de la familia de la persona que la interpone complica demasiado el tema, ¿no?”.
Cuestionado respecto a cómo lo saben los activistas, respondió: “La información ha sido de ambas partes. Se filtra de parte de las autoridades a los colectivos, a ciertas víctimas en particular, y también con base en las familias que estamos en la búsqueda, vamos recabando datos no sólo de nuestros desaparecidos, sino de diferentes zonas de Jalisco. Esa es la forma en la que nos vamos haciendo de información que se ha filtrado de ciertas autoridades o cuerpos policiacos y también de parte de las investigaciones que realizan las familias.
“Los agentes nos lo dicen, incluso como a manera de queja. Lo clásico, ‘no podemos hacer nada’, ‘nos tienen atados de manos’, ‘no podemos avanzar’. Yo pienso que esa información la filtran para que la población presione y también se visibilicen condiciones en las que laboran y tienen miedo al crimen organizado. Desgraciadamente es una realidad, en Jalisco no sabemos dónde empieza el crimen organizado y dónde termina, ni dónde empieza el gobierno, porque van de la mano, y prácticamente todas las autoridades, municipales, estatales e incluso las federales que andan por aquí, están infiltradas hasta los más altos niveles”, considera Héctor Flores, cuyo hijo, Héctor Daniel Flores Fernández, desapareció el 18 de mayo de 2021 en Guadalajara.
CÁRTEL DE TEOCALTICHE
Las autoridades no tienen tan bien identificados a los miembros del CJNG en la región Altos Norte, presuntamente encabezados por algunos de los hermanos González Valencia, Los Cuinis y su jefe de plaza apodado El Chofo, como ubica la estructura criminal del llamado Cártel de Teocaltiche o de “Teocal”, que encabezan los hermanos Mario y Ramón González Martínez, amigos de Los Chapitos y herederos del imperio que décadas atrás fincó su padre, Mario González Gutiérrez. Una familia presuntamente dedicada al cultivo de árbol, chile guajillo, pasilla y ancho.
Mario, detenido junto a Iván Archivaldo Guzmán Salazar a principios de 2005, tiene una hija con una prima del Chapito.
De acuerdo con datos de fuentes abiertas y de carpetas de investigación, el jefe de plaza de los González es conocido como Erick Lara, del que la Fiscalía de Jalisco desconocía su apellido hasta que se registró el hackeo de los servidores de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) en el caso denominado Guacamaya Leaks, donde también pudieron obtener su fotografía. De igual forma, se cuenta con un organigrama del grupo criminal donde figuran otros personajes con nombre, apodo, o ambos.
A través de diversas indagatorias integradas por agentes del Ministerio Público, se tiene identificadas a personas que pasan información, participan en privaciones ilegales de la libertad o realizan otras actividades delictivas. Por ejemplo, están señalados Israel N, que “observa quién llega y quién sale de la central camionera”; El Meñito, del barrio de la colonia Ladrilleras; Juan José alias Chapo, del que no se hace referencia alguna en la red de vínculos; y Josvel N, quien ejerce comercio de artículos religiosos en la plaza de Teocaltiche.
Otros mencionados en investigaciones, son Chuy Junior, que vive en el pueblo; El Choche, que trabaja en un negocio de telefonía móvil; los halcones Jesús N y Alex N, que cuidan una bodega de motos y bicicletas; El Poky o Pony, El Duende, Chuy N y El Teba, relacionados con un rancho al que llevaban a personas desparecidas hacia Aguascalientes; y Juan N, que figura como dueño de una de las muchas ladrilleras que se encuentran a la entrada de libramiento de Teocaltiche, convertido en un inmenso corredor donde se encuentran estas fábricas de tabiques con sus hornos artesanales.
Las autoridades cuentan con estos y muchos otros datos más de personas y lugares que identifican a través de las carpetas de investigación, que pueden ayudar para los polígonos de búsqueda de personas desaparecidas y establecer los elementos para que se pueda perseguir el delito; sin embargo, como lo refiere Héctor Flores: “¿Por qué no están haciendo su trabajo? Yo creo que esta omisión es tanto por miedo como por corrupción. Hay algunas autoridades a nivel federal que permiten y mantienen que sigan estas operaciones del crimen en este lugar, y el miedo de las autoridades que no están corrompidas, porque es un tema muy fuerte y muy grave.
“En Jalisco no tenemos una certeza de que vamos a estar bien si hacemos la denuncia, que no nos va a pasar nada. Entonces, es un miedo generalizado hacer acciones en contra de estas organizaciones, porque como está coludido el gobierno, hay un clima muy tenso y no se sabe en quién confiar, ni siquiera las autoridades confían entre ellas”, agregó el buscador.
BALACERAS
Mientras las autoridades intentan localizar a los cinco jóvenes desaparecidos y la presencia de agentes policiales y de Fuerzas Armadas se ha multiplicado en la región alteña, en los límites de Jalisco con Guanajuato, Aguascalientes y Zacatecas, la violencia continúa. En menos de una semana se registraron por lo menos dos enfrentamientos a balazos entre miembros de la delincuencia organizada y elementos de la Guardia Nacional, en uno de los hechos ocurrido en Lagos de Moreno y policías estatales en otro, que tuvo como escenario el municipio de Teocaltiche.
En el primero de los casos, la madrugada del sábado 19 de agosto, agentes de la Guardia Nacional circulaban por los límites entre los municipios de Encarnación de Díaz y Lagos de Moreno, cuando fueron agredidos por sujetos fuertemente armados. Al repeler la agresión, los militares abatieron a un presunto sicario y detuvieron a otros siete.
Tras el aseguramiento, la delegación Jalisco de la Fiscalía General de la República informó de tres vehículos abandonados en las inmediaciones del camino que conduce de la comunidad de El Puesto a Las Palmas, que contenían armamento.
Dentro de los automotores fueron asegurados cuatro chalecos tácticos, una pechera porta cargadores, tres fusiles incompletos y sin culata, cuatro cargadores y una escopeta calibre 12 milímetros. También dos pistolas calibre 22, cuatro cargadores, un cartucho útil y una bolsa de plástico con 140 envoltorios con marihuana. En tanto, en Encarnación de Díaz fue localizada una camioneta abandonada que tenía en su interior al menos 14 cartuchos útiles de diferentes calibres.
De las siete personas detenidas no se revelaron datos ni la organización criminal a la que pertenecen. Tampoco se aclaró si tienen alguna relación con la desaparición de los jóvenes Roberto, Uriel, Diego, Dante y Jaime. Lo que sí se conoció por medio de autoridades judiciales locales, es que tres de los capturados son adolescentes de 15, 16 y 17 años de edad, quienes serán juzgados en el fuero común por delitos del fuero federal porque el Poder Judicial federal no cuenta con Juzgados especializados para estos menores en Jalisco, como tampoco los hay en las diversas entidades federativas.
Otra balacera ocurrió la mañana del miércoles 23 de agosto en las calles Aguascalientes y Niños Héroes en Teocaltiche, cuando policías estatales de la Secretaría de Seguridad Pública, observaron una camioneta Subaru en color tinto cuyos ocupantes portaban armas de fuego. Al pretender detenerlos para efectuar una inspección de rutina, los sujetos dispararon para huir, pero se impactaron contra una vivienda. Sólo un individuo de nombre Rogelio R, de 44 años, oriundo de Michoacán, fue detenido. En la camioneta, que tenía reporte de robo, había tres armas de fuego largas y equipo táctico.
Crédito: SINEMBARGO