Escalada arancelaria entre EE.UU. y China es inviable, admite secretario del Tesoro

El secretario del Tesoro de Estados Unidos, Scott Bessent, reconoció este martes que el conflicto arancelario con China ha llegado a un punto insostenible y expresó su esperanza de que la tensión comercial disminuya en el corto plazo. Así lo afirmó durante una cumbre cerrada con inversionistas en Washington, organizada por JPMorgan Chase, en el marco de las reuniones de primavera del Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial.

Según asistentes al encuentro, Bessent admitió que las negociaciones formales con China aún no han comenzado, aunque consideró viable alcanzar un acuerdo. El funcionario describió la situación actual como un “embargo comercial” entre las dos mayores economías del mundo, al señalar que ambas imponen aranceles superiores al 125% a los productos del otro país.

La postura del secretario se da en un contexto de creciente presión interna sobre la política comercial del presidente Donald Trump, quien el lunes sostuvo una reunión con representantes de las principales cadenas minoristas del país, entre ellas Walmart, Home Depot y Target. En el encuentro, celebrado en la Casa Blanca, los ejecutivos expresaron preocupación por los efectos de los aranceles en las cadenas de suministro y los precios al consumidor.

“Tuvimos una reunión productiva con el presidente Trump y nuestros pares minoristas para discutir el camino a seguir en el comercio, y seguimos comprometidos con valor para ofrecer a los consumidores estadounidenses”, indicó un portavoz de Target en un comunicado. Portavoces de Walmart y Home Depot también calificaron la reunión como constructiva y señalaron su disposición a continuar el diálogo con la administración.

La reunión tuvo lugar en medio de una pausa de 90 días en el incremento de aranceles, aplicable a todos los socios comerciales de Estados Unidos excepto China. Este lapso ha sido aprovechado por empresas y líderes internacionales para negociar mejores condiciones, aunque persiste la incertidumbre sobre los próximos pasos del gobierno.

La política arancelaria de Trump ha sido señalada como una fuente de disrupción para los minoristas, actores clave en la economía estadounidense. La venta de activos se intensificó recientemente, reflejando el nerviosismo de los mercados ante la amenaza de nuevos gravámenes y las tensiones con la Reserva Federal, luego de críticas públicas del presidente a Jerome Powell.

Las empresas han advertido que los nuevos impuestos a la importación podrían desacelerar sus operaciones en los próximos meses. Aunque los aranceles no son nuevos, la magnitud y la velocidad con la que han sido implementados por la administración han generado un entorno altamente volátil.

Los sectores afectados abarcan desde bebidas alcohólicas y ropa hasta electrónicos y muebles, lo que ha elevado los precios al consumidor y generado incertidumbre para la planeación comercial.

En medio de este escenario, Trump ha sugerido estar abierto a la negociación con líderes empresariales: “También hablaremos con las empresas. Hay que mostrar cierta flexibilidad. Nadie debería ser tan rígido”, declaró a la prensa el pasado 13 de abril.

La pausa arancelaria ofrece un alivio temporal, pero la falta de claridad sobre el rumbo de la política comercial continúa siendo un reto para los sectores productivos y para la economía en su conjunto.

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